Un viaje por las historias más fascinantes de la Lotería de Navidad

lotería de navidad

La lotería es el pistoletazo de salida de las navidades en España. Esta tradición que nos acompaña cada año lleva con nosotros desde 1812 manteniendo las ilusiones de una vida mejor entre todos los que buscan la fortuna en sus décimos. A lo largo de este tiempo, ha dejado para la posteridad momentos de ilusión y desilusión que recorremos con los dedos cruzados por si hemos sido los protagonistas del sorteo de este año. Bienvenidos a la Lotería de Navidad ¡Mucha suerte!

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La lotería revolucionaria

La lotería de Navidad nace en Cádiz en 1812 en el marco de las Cortes de Cádiz, el órgano de gobierno nacional que luchaba contra la invasión napoleónica. Su creador Ciriaco González era el ministro de la cámara de Indias. Siguiendo el modelo de la Lotería Primitiva fundada en el siglo XVIII por el Marqués de Esquilache vio una oportunidad redonda para aumentar los ingresos del erario público en tiempos de guerra.

El primer sorteo se celebró en la ciudad gaditana y fue vendido casi exclusivamente en Andalucía. El 18 de diciembre de 1812 repartió un premio de 800 reales, una fortuna de la época, con el número 03604. Pasó a denominarse sorteo de Navidad en 1892. A pesar de las nuevas tecnologías poco ha cambiado la dinámica del sorteo, con dos protagonistas capitales: los bombos y las voces de los niños de San Ildefonso, que ya venían cantando la Primitiva desde su primera edición. El sorteo de Navidad no ha fallado a su cita jamás, ni con las cruentas guerras carlistas del siglo XIX, ni en las dos guerras mundiales ni durante la guerra civil.

Durante la contienda se celebraron dos sorteos, uno en zona republicana y otro en zona nacional, primero celebrado en Sevilla y Madrid, y posteriormente en Burgos y Barcelona. La recaudación supuso un 1,1% del PIB del país, un 3% de todo lo recaudado por el estado en esos años fatídicos.

lotería de navidadUna dama llamada fortuna

A lo largo de estos 200 años muchos desafortunados han visto pasar la suerte de largo. Ninguno como el protagonista de esta historia rocambolesca que ha trascendido al paso del tiempo. En plena postguerra, en la Málaga de 1949, un joven tiene un sueño nítido. Visualiza el número 55666 como el ganador del Gordo de ese año. Se despierta entre sudores y lo tiene claro. Ese es el número que cambiará su vida y se dedica a buscarlo por la ciudad sin suerte. Viaja a Madrid desesperado y ante la incredulidad de los loteros de la capital les comenta que ese número será el premiado. Para su desgracia le informan que la serie ha sido vendida a diversas administraciones de Zamora, Zaragoza y Bilbao. El malagueño vuelve a su ciudad abatido. El día del sorteo se confirma su predicción.

Más afortunados fueron una pareja de Alicante en 2014. Laura sueña con un número y le comenta a su novio por Whatsapp que compre un boleto del número. Su pareja le hace caso y se ven recompensados con 6000€ de un extraño quinto premio. La suerte es como una mujer esquiva difícil de seducir, aunque hay quien parece predestinado a toparse con ella. Dos amigos sevillanos compraron dos décimos en Barcelona y Sevilla con la fortuna de adquirir un primer y un segundo premio.

La suerte suele no suele entender de clases sociales aunque en ocasiones se torna cruelmente clasista. La jefa de una inmobiliaria se hizo con una serie completa para repartir entre sus empleados. Ella se decantó por otro número. Finalmente, el premio recayó en el boleto de la jefa ante el pasmo de sus currantes. No obstante, hay ocasiones que premia a los más desfavorecidos, como sucedió el año pasado en Roquetas de Mar. La lotería le cambió la vida a un inmigrante senegalés y a su esposa, que habían llegado en 2007 y malvivían recolectando calabacines en la huerta almeriense. Pasaron de tener 5€ en la cartilla a varios miles en un suspiro. Algo similar le sucedió en 2008 a un bangladesí en Barcelona que enseñaba orgulloso su extracto bancario donde se podía ver un salto de 17 a 300017€.

Emociones tan intensas pueden explicar el riesgo coronario que sufren los premiados. En 1944, Matías Martínez, dueño de una lavandería madrileña estaba exultante tras el sorteo al comunicar a su familia que habían sido agraciados con el segundo premio. La excitación familiar se tornó en duelo cuando al pobre Matías le falló el corazón y cayó fulminado ante la aterrada mirada de sus seres queridos. El dinero no siempre conlleva la felicidad. Emociones más comedidas aunque igual de intensas se vivieron en 2008 en el soriano Bar Gari, donde su dueño repartió 97 millones de euros al vender entre sus fieles parroquianos el tercer premio íntegro. Para colmo de la suerte, el hostelero adquirió para si mismo uno de los diez boletos premiados con el Gordo vendidos en la provincia de Soria. El Dorado se encontraba en plena meseta castellana.

Hay que llevarse bien con los loteros. Es una máxima que se debe respetar si se desea triunfar el 22 de diciembre. Fernando, propietario de una pizzeria en Leganés tuvo el premio en sus manos pero la mala relación con la dueña de la administración le llevó a rechazar el Gordo. En 2010 la diosa fortuna tuvo un guiño caritativo con los afectados por la huelga de controladores aéreos que dejaron atrapados en Bilbao a un grupo de viajeros. No se sabe de quien surgió la idea pero tentando a la suerte decidieron comprar un número que les valió un quinto premio, ideal para enjuagar el mal sabor de boca de su viaje. Ese año hubo Xacobeo y a un grupo de devotos peregrinos les dio por celebrar el fin del camino en Santiago comprando un jugoso premio oculto en los billetes de lotería que meses después les tiñeron de oro.

Para algunos afortunados, Carlos Fabra al margen, la fortuna se encapricha de ellos. Eso le sucedió hace un par de años a Jorge Sorín, vecino de la isla de Tenerife. Jorge es un soltero jubilado que finalizó sus duras fatigas laborales por un premio de la ONCE valorado en 1,8 millones de euros. Pocos años después aumentó su fortuna con un segundo premio. El destino le tenía reservada a este canario con suerte una jubilación de lujo.

lotería de navidadPredicciones, adivinos, bromas y disfraces

La lotería siempre ha tenido una extraña relación con las predicciones y las corazonadas. En 1918, un tal señor Ayerdia buscó y encontró en Madrid el número 56050 alardeando de saber con certeza que se trataba del número elegido por los dioses. Cuando el 22 de diciembre la sospecha se convirtió en realidad, Ayerdia explicó pormenorizadamente que una anciana de apellido Herce le había puesto sobre aviso del número. Según esta sabia señora, el boleto llegó a ella gracias a la botánica. La señora Herce usó una combinación adivinatoria mediante una cosecha propia de plantas de habas que dieron como fruto una pepita que en su interior alojaba la combinación ganadora. Nunca se presentó la semilla como prueba de esta técnica adivinatoria.

Menos fascinante fue el intento de adivinar el número premiado del Gordo por parte del mentalista Anthony Blake en 2002. El showman asturiano anotó en un sobre el 08105 y comentó en directo que visualizó en ese instante el número premiado, que mantuvo en secreto hasta el 22 de diciembre. Blake acertó pero hubo muchas voces que evidenciaron que hubo truco oculto, aunque siempre quedará en el recuerdo de los aficionados a la Lotería de Navidad.

Aunque, en el fondo, adivinar el número no es más que el fruto de una corazonada sostenida en el tiempo. Es el caso que emula el anuncio de Lotería de Santiago Zannou de este año. Curiosamente, está basado en un hecho real, aunque no sucedido en la bella Tazones, ese idílico rincón asturiano, sino en Madrid. La lotera real se llamaba María Luisa. Enviuda de su marido militar en 1967 y las autoridades franquistas le otorgan un minúsculo espacio en frente de la Puerta de Alcalá para montar su negocio de loterías. En él sueña con dar el Gordo y salir en la tele. Durante 50 años se guarda su mejor as: el 13937. Ese número lo reserva para su familia a la que no se cansa de decir que es el número del primer premio. Al contrario que en el dulce anuncio de la televisión, María Luisa no llegará a ver en vida su visión hecha realidad, no obstante, cinco años después de su muerte, sus hijos si vieron cumplida la promesa de su madre. El Gordo recayó en el mágico 13937.

En un país como España es inevitable que no haya ninguna broma un día como el 22. Los medios han participado enviando infiltrados con mucha guasa. En 1996, el espacio televisivo Vuelta y Vuelta, presentado por el mítico José Antonio Abellán, envió al no menos mítico El Pulpo a liarla al salón de actos de la Lotería de Navidad. El cómico hizo de las suyas y cuando se cantaba ante las cámaras el Gordo irrumpió gritando: “¡Es mío, es mío! Deben ser las anchoas que he comido esta mañana en ayunas! Los medios estupefactos corrieron raudos a entrevistar al presunto y extraño ganador hasta que se percataron que era una cómica broma.

Años después, en 2008, España conocía a Mari Carmen Valiente, la supuesta ganadora del Gordo que había lavado y destrozado su billete a la gloria en la lavadora. La rocambolesca historia conmovió a público y periodistas. Se llegó a consultar a la Fábrica de Moneda y Timbre, que imprime los billetes, si se podía hacer algo para cobrar los 100000 euros del décimo. Tras tanta angustia compartida por todos se desveló que todo se tratada de una broma elaborada por Jordi Évole, en su papel de Follonero, en aquel formato de Salvados más gamberro.

Los errores en la Lotería juegan con las ilusiones de las personas y por eso suelen ser un tanto crueles. La web de Loterías hizo millonarios por un instante a varios pueblos dispersos por la península en 2012. Las botellas de champán descorchaban emoción hasta que la confirmación del error hizo aflorar las lágrimas de desilusión. A veces, los nervios juegan malas pasadas, como a una joven en 2014 que en el patio del teatro Real afirmaba en directo poseer un décimo premiado con el primer premio. Rodeada de cámaras confirmaba que se trataba de un error y gritaba: “Qué agobio ¡Parezco la Pantoja con tanta cámara!”

Es habitual que la gente vaya disfrazada al sorteo, considerado por los españoles como chupinazo de las fiestas navideñas. Aunque hayamos visto en 2011 a premiados disfrazados como la duquesa de Alba y su marido Alfonso, quizás el ser más extraño e inquietante que ha aparecido en nuestras pantallas un 22 de diciembre fue un personaje con peluca rubia y cara pintada de verde que afirmaba a TVE: “Al mundo vendrán dentro de poco 13 millones de naves provenientes de Ganímedes.”

lotería de navidadLa lotera

A pesar de la existencia de administraciones de lotería como La Bruixa d’Or en Sort o el Gato Negro de Barcelona, existe un lugar que se asocia a la suerte desde 1905 y que se ha inscrito en nuestro imaginario colectivo con letras doradas. Se trata de Doña Manolita, la lotera más legendaria de nuestro país. Esta madrileña nació en 1879 y con solo 25 años, recién estrenado el siglo XX, abría en 1905 con sus tres hermanas una modesta administración en la calle San Bernardo. El negocio no les iba mal pero en sus primeros 20 años de existencia no vendió ningún premio destacable.

Fue en 1926 cuando saltó a la fama por repartir un Gordo millonario. A partir de entonces el buen ojo de doña Manolita para los números premiados le dieron fama nacional. En 1930 le comentaba a los periodistas de Crónica un curioso relato: “ Quizás haya vendido mi alma al diablo y por eso me colma de fortuna a cambio de hacérmelo pagar cuando estire la pata.” En la misma entrevista explicaba que la causa de su suerte fue un viaje en los años 20 al Pilar de Zaragoza y una corazonada que le hizo comprar la serie ganadora de 1926.

En 1931 se muda de San Bernardo y abre su mítica administración en Gran Vía, vigente hasta 2011, y en Sol, donde sus hermanas se harían cargo del negocio hasta 1973. Entonces un hijo de ellas llevaría el puesto hasta su traspaso en 1987. La personalidad arrolladora de Doña Manolita caló hondo entre los madrileños. Durante la guerra civil no cerró su negocio y aguantó obuses y un descenso de un tercio de las ventas. Convertida en una celebridad murió en 1951 con 72 años. Desde entonces su leyenda y las colas ante su local en Preciados permanecen intactas.

lotería de navidadVoces angelicales de San Ildefonso

Los niños de San Ildefonso llevan poniendo voz a la suerte navideña desde la primera edición del sorteo en 1812. Este centro educativo es el más antiguo de Madrid. Se funda en 1543 como orfanato, algo que se mantendrá imperturbable hasta 1973 cuando se comienzan a aceptar a los primeros externos. Antes de ser las voces de la lotería de Navidad, los habitantes del colegio habían cantado loterías por todo el país y desde 1771 también la lotería primitiva.

Para ser niño de San Ildefonso debían reunir una serie de requisitos relacionados con su tono de voz, la claridad en la dicción y hasta 1999, ser huérfano. Hasta 1984 solo se permitía cantar los números, algo que es considerado un honor en los pasillos de este centro, a los valores. La primera niña en cantar el Gordo sería recordada y pasaría a los anales de la historia particular de los premios.

Gemma Llorente presa de los nervios no se percató del último cero de la bola y cantó el Gordo de 1987 como un premio menor de 125000 pesetas en lugar de 25 millones. Ante el revuelo formado, el supervisor confirmó que se trataba del primer premio y dejó una frase para la historia: “¿Pero qué has cantado, niña?” Una circunstancia que se había repetido en 1986 cuando el primer y el segundo premio fueron cantados como menores.

En 2006 se produjo uno de los momentos más divertidos sucedidos en un sorteo de navidad. La niña responsable de cantar los premios tuvo un desliz y se le escurrió la bola que fue a parar debajo del árbol de navidad presente en la sala. Ante la infructuosa búsqueda soltó sin darse cuenta del micro: “Joder, se me ha caído la bola en la planta y no la encuentro. ¡Qué vergüenza!”

En 2014, a Maguette Fall Diop también le cayó una bola protagonizando un momento de ternura inigualable. Cuando regresó para cantar el premio los nervios le atenazaron impidiendo aflorar a su voz, a lo que el público del Teatro Real respondió con una cerrada ovación.

Una de las parejas de niños más recordadas ha sido la formada por Javier Pereira y Susana. Ambos cantaron el Gordo del año 1993 y el de 1994, algo nunca repetido en la historia. Javier solo estuvo tres años en el colegio y lo recuerda con mucho cariño. Durante años se le consideraba el niño de la lotería y su familia le encargaba elegir los boletos de la suerte. Ahora es un actor de éxito, tras ganar el Goya a actor revelación en 2014 por su papel en Stockholm.

Otros famosos niños de San Ildefonso son Miguel Roa, que cantó el primer premio de 1956, y que es una referencia en la zarzuela y uno de los mejores directores de orquesta del mundo, con un currículum imponente. Ha trabajado para grandes tenores como Plácido Domingo. Pedro Eguiluz también pasó por el centro y fue un futbolista internacional del Sevilla de los años 40. Asimismo, el dos veces campeón de ajedrez de España, Fernando Visier, pasó su infancia en el colegio.

Todos deseamos que nuestros números sean entonados por estos niños de la suerte y cada año nos encontramos con la cruda realidad. Aún así, seguimos jugando cada año y emocionándonos con los afortunados ganadores. La navidad es una época de magia y nada mejor que el sorteo de navidad y sus historias de venturas y desventuras para sumergirnos en este especial periodo que nos acompañará hasta un 2017, que os deseamos cargado de buenas intenciones y mucha fortuna.

Foto Cover: Catalá Roca

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