En una calle del barrio de Chamberí (Cristóbal Bordiú 39, para más señas) se encuentra Bichopalo, un pequeño (gran) templo de la sencillez, del saber hacer y de la materia prima. Los hermanos Daniel (chef) y Guillermo Pozuelo (sala) empezaron su andadura en 2019 en el Mercado de Barceló y ahora despliegan su fantástica propuesta en un local minimalista y a pie de calle. Es de esos restaurantes que nos conquistan por su ADN cargado de creatividad, trabajo y dedicación.

Bichopalo acerca la alta cocina al público, a través de un menú degustación de seis pases, a un precio más que ajustado (35 euros). Diseñan bocados llenos de sabor y creatividad, maridados con vinos muy singulares que redondean la propuesta y nos hacen vivir una experiencia 360 grados. Su nombre, Bichopalo, hace alusión a un insecto que parece pero no lo es…así como sus disruptivos platos que ponen las recetas clásicas bajo el tamiz del ingenio y la rebeldía de Daniel Pozuelo (en su trayectoria destaca su paso por Arzak, DStage, Alboroque o el Casino de Madrid).
Un Bichopalo que se come
Una cocina abierta -situada al lado de las mesas-, una barra, un pequeño reservado, un espacio de líneas limpias dotado de calidez y minimalismo. En Bichopalo caben pocos comensales, pero muchos sabores. La esencia de la gastronomía mediterránea se viste con guiños asiáticos, dando como resultado un menú degustación que cambia según la temporada, siempre incluyendo los mejores productos del mercado en sus elaboraciones libres y con espíritu viajero o, tal y como afirma Daniel, haciendo «lo que le da la gana en los fogones», mezclando ideas, referencias y conceptos. Un auténtico alquimista gastronómico que siempre sorprende.

Nos sorprendió la propuesta en general y algunos platos en particular: Para abrir boca, unas zamburiñas a la brasa con aguachile de tatemado increíbles, o la maravillosa dorada frita con mojo canario japonés, miso rojo y sake; o su versión originalísima de la Pasta Carbonara. Todo nos hacía viajar a través del paladar, con serenidad y disfrute, con esa calma que da saber que lo que comemos está hecho con el más puro amor.

En definitiva, un inolvidable viaje a través de los sentidos, una aventura gastronómica en la que embarcarse una y otra vez, ya que los bocados cambian, como la vida misma. O, parafraseando al gran Buda: «Lo único permanente es el cambio». Daniel y Guillermo lo saben de sobra. Aplausos y éxitos para ellos.

¿Dónde encontrarlos?
Dirección: Calle de Cristóbal Bordiú, 39 | Reservas: 91 527 89 80 | Web | Instagram