5 comercios tradicionales de Madrid reconvertidos con buen gusto

Hay comercios madrileños que fueron y dejaron de ser, pero no del todo. El final de los alquileres de renta antigua y algunas crisis económicas, además de los nuevos hábitos de consumo y, más recientemente, la compra por parte de grupos de inversores de locales o edificios enteros para convertirlos en alojamientos turísticos, han supuesto el final de la actividad de numerosos comercios tradicionales de Madrid.

Por suerte, para la pervivencia del auténtico Madrid, los nuevos propietarios o inquilinos de algunos establecimientos de larga trayectoria han respetado el antiguo uso de locales e incorporado con ánimo constructivo lo necesario para el desarrollo del negocio actual.

Te presentamos 5 ejemplos paradigmáticos de cambios de uso recientes con este enfoque y añadimos una coda de los ochenta.

Casa 28  –  C/ Espíritu Santo, 28

‘Ca’ por las dos primeras letras de carnicería, ‘sa’ por las dos primeras letras de salchichería y 28 porque es el número del edificio de la calle Espíritu Santo de Malasaña en el que se ubica. Casa 28 es un bar y un restaurante, pero también es una carnicería y una charcutería. Funciona desde enero de 2019. Los socios que regentan el establecimiento, Adrián Rojas y Roberto Quirant, coincidieron en la cocina de Punto MX. Querían montar un negocio de restauración y la posibilidad surgió cuando la tienda de ropa vintage que ocupaba el local que ahora gestionan echó el cierre. Entonces, decidieron recuperar el espíritu (el nombre de la calle obliga) y todos los elementos materiales que les fue posible del negocio que había habido allí desde principios del siglo XX hasta 2014 comandado por tres generaciones de la familia Fernández: efectivamente, fue una carnicería, cuya fachada tiene protección total, es patrimonio de Madrid y por eso ahí siguió mientras el espacio fue la tienda de ropa mencionada.

Pero Adrián, Roberto y su equipo, como decimos, han conservado mucho más que la histórica fachada de la antigua carnicería. Las barras las han compuesto con el mármol de los mostradores de aquella, y han recuperado azulejos, ganchos, interruptores, cuchillos… Lo que no está en uso, aparece expuesto en diferentes rincones.

Vamos con el espíritu de la carnicería desaparecida que inspira a Casa 28: puedes hacer compra de carne, embutidos, quesos y pan. Dispone a la entrada de un espacio específico con mostrador para ello. En mesas altas se disfruta de piezas de cerdo cocinadas a baja temperatura, tartar de ternera, butifarra, cazuela de pisto o provoleta con tomate seco. Pronto, nos dicen, habrá degustaciones en la más que interesante cueva del local, todavía en proceso de rehabilitación.

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Ferretería by EGO  – C/ Atocha, 57

Fue una ferretería de las que hacen barrio, con tertulia de vecinos veteranos que compraban lo que necesitaban y se quedaban a charlar (había incluso sillas para facilitar el hospedaje momentáneo) con la propietaria, María Jesús García, heredera del negocio que fundó su abuelo en 1888. La ferretería era una cápsula del tiempo, se había conservado el mobiliario original, mostrador y cajones y anaqueles.

Desde finales de 2018 el local es Ferretería by EGO, siglas de Emilio García Ortigosa, su nuevo patrono junto a la coleccionista de arte María Antonia Escpa. Emilio es un especialista en innovadores cortes de jamón y por eso en su bar y restaurante hay un córner, nada más entrar al establecimiento, donde se le saca todo el partido posible a patas seleccionadas de cerdos ibéricos.

La oferta del local, disfrutable en barra, mesas altas y comedores, se completa con raciones clásicas actualizadas, entre las que cabe destacar la ensaladilla rusa 1858, las croquetas melosas, los arroces, el steak tartar de buey o la presa ibérica.

Mención aparte para la precisa coctelería de Adam Varga.

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Andrés Gallardo – C/ Moratín, 17

La firma de joyería y accesorios formada por los diseñadores Andrés Gallardo y Marina Casal tiene su flagship store desde 2018 en el local que ocupó una imprenta, la última que sobrevivía hasta entonces en un barrio de gran tradición editora e impresora, el actualmente conocido como barrio de las Letras. El último propietario de la imprenta fue José González-Alberto Jiménez, quien la heredó en 1993 de su padre, Mariano Gonzalez-Alberto Barbadillo. Este, a su vez, provenía de una familia de larga tradición en el sector.

José todavía se pasa de vez en cuando por Andrés Gallardo. Nos cuentan que siempre dice que se alegra de que el local no se haya convertido en un bar. No, aquí se ha hecho algo bien diferente. Andrés y Marina han sacado a relucir el ladrillo y las vigas originales del local, que pertenece a un edificio del s. XIX, y han colocado en su centro físico y conceptual una vitrina de numismática de principios del s. IX en la que muestran sus colecciones de joyería al completo. Son especialistas en joyas de porcelana, material con el que realizaron su primera serie de colgantes a partir de porcelana de figuras de anticuario.

El blanco y el negro son los colores maestros de la enseña y los verás en todos los detalles corporativos y decorativos.

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La Hija de Caín C/ Mayor, 28

Raquel Martín Hernández es la hija de Caín. Así llamaba su abuelo a su padre, su familia es de Ávila y allí los motes tienen vocación de permanencia, así que… Quería Raquel desde siempre liderar un negocio al que ponerle un nombre en honor a su padre y su mote familiar de niño travieso. En 2015, Bisutería Otero, negocio de 1905, cesó su actividad como consecuencia de las subidas de alquiler propiciadas por la descongelación de los alquileres de renta antigua que se produjo en aquel momento. Raquel pasó a ser la inquilina del local y, después de un cuidadoso trabajo de restauración que le llevó seis meses, lo llenó de ropa y complementos vintage para mujeres que quieran lucir un estilo propio. Las prendas y accesorios no se atienen a un patrón determinado, si bien poseen un cierto aire sesentero elegante, según nos indica la artífice de la tienda.

En La Hija de Caín la selección de marcas españolas e internacionales presentes la realiza la propia Raquel con el mismo mimo con el que diseña las colecciones de bisutería que vende en su tienda. Hay piezas únicas para facilitar la mayor personalización posible de la imagen de sus clientes.

La tienda ha conservado vitrinas, estanterías, interruptores y lámparas originales de Bisutería Otero, además del papel pintado de las paredes, y Raquel ha rescatado el suelo original, la viga de madera del techo y el aspecto primigenio de la puerta, también de madera, que había sido pintada y repintada. El rótulo es una impresión realizada en una tipografía que recuerda a la que tuvo el rótulo de cristal pintado del antiguo negocio. La conjunción de permanencias y novedades de Bisutería Otero y la Hija de Caín es un oasis de distinción en una calle degradada estéticamente por franquicias y negocios sin alma.

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Garaje Hermético – C/ Eugenio Salazar, 56

Este local es un santuario de la Movida, un superviviente en un barrio que fue uno de los focos de aquella efervescencia (que ya partía de lo gaseoso o fue líquida o sólida, hay gustos y opiniones variados) artística de los 80, en concreto de la musical. Es Prosperidad desde entonces un barrio rockero. Ya no está donde estuvo Rock-Ola, pero tienen un público fiel dignos sucesores como V.O. o Wild Thing (cerrado temporalmente por el Ayuntamiento en la eterna la pelea entre los regidores de Madrid de colores diversos y los bares de rock).

El suelo de acera y el jaguar (el coche, el coche) empotrado en una pared son los iconos de Garaje Hermético junto con los dibujos de Moebius, presentes en diferentes puntos del local. El pensador y dibujante francés, cuyo nombre real era Jean Giroud, creó a finales de los años 70 una novela gráfica filosófica y metafísica protagonizada por superhéroes que habitan otra realidad u otras realidades a la que tituló Garaje Hermético.

Los impulsores de Garaje Hermético, el bar nocturno que nos ocupa y que se inauguró en 1983, rindieron homenaje desde su nombre tanto al cómic de Moebius como al anterior uso del espacio, que fue, sí, un garaje de vehículos pesados. El personal que más tiempo lleva trabajando aquí recuerda que siempre se ha cuidado mucho la selección musical, que a día de hoy incluye clásicos del rock internacional e indie de principios del siglo XXI, sobre todo.

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