20 bares de Madrid que se convirtieron en leyenda

Aquí te mostramos los bares que se han convertido en leyenda de la noche.

Madrid es una ciudad enamorada de sus bares. Sus noches no serían lo mismo sin su aroma, sin las conversaciones que se pierden en la pista de baile y sin los romances que se inician en ellos. Existe uno cada 211 habitantes. Todos tienen su propia historia compartida por esos fieles parroquianos que gastan la bolsa y la vida ante sus barras.

Algunos de estos locales logran ser parte del imaginario colectivo de los madrileños. Muchos de ellos son un grato recuerdo, otros han persistido al tiempo. Este es un recorrido por esos bares de Madrid que se han convertido en leyenda.

Museo Chicote

Año de fundación: 1931

Dirección: Gran Vía, 12

Fundado en los años 30 por el antiguo barman del Ritz, Pedro Chicote, fue el primer bar de cócteles de España. Pese a las penurias del asedio franquista durante la guerra, el Chicote no cerró sus puertas y labró su leyenda acogiendo a personajes como Ernest Hemingway.

En sus paredes se pueden ver postales del ayer mostrando a Salvador Dalí, Rita Hayworth, Ava Gardner, Grace Kelly, Sofía Loren o Alfredo Di Stéfano. Remodelado como museo en 1940 ha atraído a su barra al Hollywood dorado, políticos y reyes, grandes cineastas, músicos o intelectuales de talla mundial.

Su fama explotó cuando Chicote quiso mostrar al mundo su colección de 20000 botellas iniciada con una Cachaça que le regaló el embajador de Brasil cuando era bartender del Ritz. Onassis trató de comprar su colección por 30 millones de la época.

A pesar del duro golpe causado por la muerte de su fundador en 1977 y de haber sufrido altibajos, ha mantenido su decoración y alma intactos para este siglo XXI.

Morocco

Año de fundación: 1951

Dirección: C/Marqués de Leganés, 7

El Morocco siempre ha ido un paso por delante en cuanto a temática, ambientación y libertad. En pleno franquismo era un lugar frecuentado por inconformistas que buscaban bailes prohibidos, desinhibición y gente atractiva a la que robar pasos de baile y besos.

Comenzó siendo un music hall picante y pasó una época de destape con shows muy bizarros o actuaciones de Eugenio. En los 90’s se sublimó gracias a Alaska, la musa del local. La música más puntera y los estilismos más imposibles la transformaron en la vanguardia estética de la ciudad.

Un referente cultural por el que se sentían seducidos Almodóvar, García Alix, Berlanga o Bosé. Aún hoy, cuando entras en su barroca decoración, navegas en una realidad alternativa única en Madrid.

El Palentino

Año de Fundación: 1963

Dirección: C/Pez, 12

Madrid siempre ha reivindicado sus tascas como parte de su indómita idiosincrasia. Ninguna con tanto encanto y tanta noche acumulada como el Palentino. En sus más de 50 años de existencia ha estado vinculado a los cambios sociales de Malasaña transformando su clientela en cada nueva generación.

Casto Herrezuelo comenzó en el Palentino en los 60’s, junto a sus seis hermanos, y se ha mantenido siempre al pie de la barra. Allí ha servido a personajes como Forges cuando trabajaba en el diario Informaciones. En esa misma etapa atendía a futbolistas, fulanas, ladrones y policías que deambulaban por el barrio insomne.

Luego, llegaron los punks y los yonkis. En esa década se convirtió en local de culto para bandas como Siniestro Total, Derribos Arias o Los Enemigos. Aún hoy acoge a músicos de la escena local entre sus paredes compartiendo copas con parroquianos habituales, hipsters o nostálgicos como Manu Chao, que grabó allí el clip de Me llaman Calle.

El Penta

Año de fundación: 1976

Dirección: C/La Palma, 4

El pionero en el concepto de pub castizo, fusionando bar tradicional y discoteca, sigue en pie convertido en un auténtico museo de la Movida.

El bar fue un hervidero cultural en los 80´s, donde coincidieron de copas emblemas como Ouka Lele, Pérez Minguez, García Alix, Almódovar, Los Secretos, Nacha Pop o Burning.

El Penta sirvió de inspiración a muchos de ellos. Antonio Vega lo cita en el tema cumbre de la década, La Chica de ayer. Desde entonces es un punto de encuentro de los nostálgicos de la Movida.

Sala El Sol

Año de Fundación: 1979

Dirección: C/Jardines, 3

En los albores de la Movida surgió El Sol, que ha conservado su planta en L intacta desde su fundación. Por sus tablas pasaron los referentes de la escena nacional y muchos iconos internacionales.

En los 80’s fue el primer garito que apostó por bandas noveles convertidas hoy en mitos como Nacha Pop, Alaska y los Pegamoides, Radio Futura o La Unión. Además han pasado por allí desde Alanis Morrisete o los Strokes hasta Moby y Prince Rama. La Sol cocinó la música de la Movida siendo un generador de historias hilarantes que se han perdido en el susurro de la noche.

En la Sol se ha visto a un enfervorecido Ramoncín lanzarle al mítico Eduardo Benavente una copa tras burlarse de él en un estribillo. Las batallas entre los acérrimos de la New Wave y sus detractores se repetían cada finde de los 80’s. Hoy todo es más calmado pero aún sigue acogiendo grandes actuaciones, eventos culturales y rodajes.

La Vía Láctea

Año de Fundación: 1979

Dirección: C/Velarde, 18

Aún hoy impacta su decoración importada del Nueva York más vibrante. Este lugar donde se encontraban cada noche Alaska, McNamara, Nacha Pop, Tino Casal o Costus, quienes cedieron unos murales que fueron icono del local, disponía de la música más vanguardista y el placer de saborear las mieles de la noche más auténtica.

Este refugio bohemio se ha mantenido inalterable más allá de los lógicos retoques para lucir más joven. La esencia sigue permaneciendo inmutable merced a la visión certera de David Krahe, sobrino del Krahe poeta, un modelo a imitar para las siguientes generaciones de locales malasañeros. Todo un club social de trasnochados irreverentes de brillante sonido y estética.

Teatro Barceló (antiguo Pachá)

Año de fundación: 1980

Dirección: C/Barceló, 11

Aquí se cimentó la leyenda del Pachá de Madrid. La marca ubicó su emplazamiento en este ejemplo del art-decó madrileño y no tardó mucho en hacer ruido con una noche diferente y sofisticada.

En el Pachá de los 80’s podías encontrarte con los rostros de la Movida, Andy Warhol, leyendas del cine o con el Príncipe Felipe; pero lo más recordado ha sido la presencia de mitos como Prince o los Rolling Stones disfrutando de sus privados tras sus conciertos.

Djs internacionales y grandes shows herederos del Studio 54 y su posterior evolución al EDM en los 90’s lograron que el mito se mantuviese abierto, aunque un tanto desgastado, hasta su cierre en 2015. Desde entonces, ha recuperado su nombre originario con el desafío es devolver el esplendor a un lugar iconoclasta como fue el viejo Pachá ochentero.

Rock-ola

Años de actividad: 1981-1984/ 2016-

Dirección: C/Padre Xifré, 5

Rock-Ola fue un Studio 54 a la madrileña que ha regresado de nuevo a la noche de Madrid, con su espíritu legendario. Este lugar se convirtió en la catedral de La Movida, un movimiento que colonizó esta colorida disco creada para los New Wave de la época, aunque en su interior tenían cabida desde pijos hasta kinkis.

Aún retumban en sus paredes los conciertos de Alaska y Los Pegamoides, Almodóvar & McNamara o Aviador Dro. Ninguna banda reseñable se quedó sin tocar en ese breve pero brillante período de tiempo, donde también pasearon su irreverencia Iggy Pop, New Order, Depeche Mode o Nick Cave, en medio de un ambiente de libertad absoluta.

Tras el incendio de Alcalá 20, una multitudinaria pelea y un mayor control de la administración en cuestión de drogas, la ciudad dijo adiós a su oasis de libertad.

Joy Eslava

Año de fundación: 1981

Dirección: C/Arenal, 11

La Joy Eslava tiene una historia peculiar. Construida en la antigua ubicación del teatro Eslava, fue diseñada por su dueño Pedro Trapote tras conocer Studio 54. Su idea era trasladar aquella sensación de libertad y de camaradería festiva entre famosos y gente anónima.

Tenía prevista su inauguración el 24 de febrero de 1981. Un día antes, el golpe de estado tuvo en vilo al país pero su desenlace feliz convirtieron el evento en una de las fiestas más recordadas por los VIP. En los 80’s fue escenario del programa Aplauso de TVE que dio cobertura televisiva a la Movida, quien tomó el local acompañada de artistas como Tina Turner, Julio Iglesias, Stevie Wonder o Michael Jackson, referentes del papel cuché como Isabel Preysler, actores y directores como Pedro Almodóvar o Roger Moore y deportistas como Maradona, que se escapaba a su pista a bailar cuando el Barça jugaba en la capital.

Tras más de 12000 fiestas organizadas, en los últimos años su programación se ha diversificado mediante un potente circuito de conciertos, noches temáticas y monólogos.

Sala Siroco

Año de fundación: 1989

Dirección: C/San Dimas, 3

El Siroco es quizás el local con la mejor programación de la ciudad gracias a una transformación constante, apostando por nuevos contenidos y ritmos, adecuando el local al latido de la ciudad.

Desde aquellos conciertos a 600 pesetas de los Rosillos o los Deltonos a finales de los 80’s, la sala ha sido la lanzadera de toda una generación con bandas como Pereza, Los Rodríguez o Los Coronas. Ha evolucionado desde una propuesta salvaje de noches lisérgicas a la electrónica de vanguardia o el sonido tropical, sin renunciar a sus señas de identidad y a sus vibrantes directos.

También ha apostado por la cultura alternativa con exposiciones o retrospectivas de artistas y cineastas. En su interior siempre ha habido un aroma familiar que le convierte en uno de los últimos templos de los noctámbulos en Madrid.

Clamores

Año de fundación: 1981

Dirección: C/Alburquerque, 14

El jazz siempre ha sido el rey de todos los nocturnos. En Madrid proliferan locales con alma negra pero ninguno como Clamores.

Su variada programación ha atraído a los mitos de la escena internacional de jazz y blues cuando Madrid aún era un páramo en este sentido. Así fue como Joe Cocker, Tete Montoliú, Elliot Murphy, Bebo Valdés o Jayme Marques conocieron la luna de la ciudad.

También fue un lugar de oportunidades para artistas olvidados o desconocidos de la escena nacional. Antonio Vega era un asiduo de la sala hasta su desgraciada desaparición. Actualmente, con una nueva gestión, sigue haciendo lo mejor que sabe hacer: ofrecer caviar musical a los sonámbulos más sibaritas.

Jimmy Jazz

Año de fundación: 1994

Dirección: C/Payaso Fofó, 24

El coqueto local vallecano ha sido clave para entender el punk y el rock estatal de las últimas dos décadas. Sus circuitos de conciertos hicieron eco en todos los puntos de la península convirtiéndole en un mito para muchos punks noventeros.

Ha sabido mantenerse fiel a un estilo de vida impregnado en su ambiente con olor a rock y sabor a Kalimotxo. Además, ha resistido las redadas y cierta presión policial. Aún así, el Jimmy Jazz es un orgullo para todo el barrio, casi tanto como el Rayo, cuyo estadio se encuentra en sus inmediaciones.

Tupperware

Año de fundación: 1995

Dirección: Corredera Alta de San Pablo, 26

Este símbolo de la post Movida fue un pionero en pinchar música indie, un fenómeno que ha colonizado Madrid durante dos décadas. La reciente muerte de Sonia del Amo, su impulsora, pone aún más de manifiesto la trascendencia de este local.

Muchos personajes de la escena madrileña han pinchado en el bar o charlado sobre música en la intimidad de su angosta planta superior. Todo el que ha visitado el templo del pop en Malasaña sabe que cada noche es diferente y ése es su principal atractivo. Este último referente del barrio cuenta ya con más de 20 años de buena música y estamos seguros de que a pesar de la dura ausencia de Sonia llegarán muchas noches indie cargadas de estilo.

Ocho y medio

Año de fundación: 2000

Dirección: C/Barceló, 11

El lugar de la gente cool de la ciudad lleva todo el siglo XXI siendo la sesión más indie de Madrid. Noches cargadas de pop y su estética de discoteca neoyorquina la han convertido en un must por la variedad y calidad de su música.

En ella ha tenido cabida la la última ola de talento nacional como Delorean, Cycle, Guadalupe Plata o Corizonas y la presencia de artistas internacionales como Javiera Mena, Lady Gaga, Franz Ferdinand o los Ting Tings. En la Sala BUT (anfitriona de las noches 8 1/2) se combinan los conciertos habituales con explosivas sesiones de djs que amenizan la fiesta con la presencia de los personajes más histriónicos al mando de la cabina.

Florida Park

Años de actividad: 1814-2013 /2016-

Dirección: Paseo República de Panamá, 1

En su bicentenaria historia, este rincón del Retiro ha pasado de ser escenario de los festines reales a hogar de los VIP, para terminar rendido a los nocturnos con clase de Madrid con su nueva reinauguración.

El evento tendrá lugar el uno de octubre. El Florida Park fue mandado a construir por Fernando VII en 1814. El rey le cedió el espacio dedicado a una capilla a su hija, la futura reina Isabel II, que organizaba fiestas locas con la aristocracia. En el siglo XX fue testigo de las anécdotas más glamorosas.

Debajo de su cúpula se han vivido discusiones entre Frank Sinatra y Ava Gardner, conquistas de Luis Miguel Dominguín, noches en el reservado de Antonio Gala, programas televisivos con el bigote de Íñigo como maestro de ceremonias o el debut de Miguel Bosé.

Pero ninguna historia ha perdurado en el tiempo como la pérdida del pendiente de Lola Flores en plena retransmisión. Este símbolo de la noche madrileña echó el cierre hace tres años con el televisivo cincuenta cumpleaños de Alaska. Ahora, las memorias del Florida seguirán escribiéndose.

La Bobia

Años de actividad: 1933-1991

Dirección: C/San Millán, 3

Esta cervecería fue durante sus primeras décadas un referente del buen gusto. Sus letras de neón art-decó y su cuidada ambientación le convirtieron en un lugar indispensable para la gente de La Latina y los visitantes del Rastro.

A finales de los 70’s, la Movida llegó con su legión de mods, punks y rockers para convertirlo en su hogar de los domingos. Allí fumaban porros e intercambiaban cassettes. La Bobia era un muestrario de los rostros de los 80’s.

En Laberinto de pasiones, Pedro Almodóvar la eligió como decorado congelando un momento único de la ciudad. Actualmente es una taberna asturiana que ha recuperado el nombre de este ejemplo del Madrid más canalla.

Pasapoga

Años de actividad: 1942 – 2003

Dirección: Gran Vía, 37

Hubo un tiempo en que la Gran Vía estaba jalonada de salas de fiestas de satén, cines y teatros. Todo quedó atrás salvo el aroma nostálgico de sus noches de glamour. Pasapoga logró convertirse en la mejor sala del país y en un modelo a imitar en la noche.

En sus puertas se apostaban hermosas mujeres en busca de un caballero refinado que pagase la cuenta y en su interior las voces de Lola Flores, Frank Sinatra o Antonio Machín transformaban la gris realidad de la sociedad franquista en burbujas.

Con los años pasó a ser una discoteca de ambiente gay, una de las pioneras y más exitosas en su época hasta su cierre definitivo en 2003. Hoy en día este espacio lo ocupa un H&M.

Marquee

Años de actividad: 1980-1983

Dirección: C/ Padre Xifré, 5

La versión madrileña del mítico Marquee londinense estaba comunicada con el colorido Rock-Ola. De estética más austera, este club marcó un antes y un después en la escena local, por su ambiente inconformista y por una cartelera repleta de grandilocuentes nombres nacionales e internacionales.

Las fiestas salvajes del Marquee han quedado en la memoria de los afortunados que descendían hacia un paraíso rockero en el que su música y el trabajo gráfico de Gustavo Sánchez, que también había diseñado el lenguaje icónico del Penta y de Rock-Ola, siguen siendo referentes.

Alcalá 20

Años de actividad: Principios de los 80’s

Dirección: C/Alcalá, 20

Esta discoteca era un símbolo de la nueva y sofisticada noche madrileña de principios de los 80’s. Libertad, drogas, gente guapa y música de baile, un cóctel que cautivó a muchos madrileños hasta un desgraciado 17 de diciembre de 1983.

Esa noche el local estaba atestado de personas que descendían por una trampa mortal en forma de infinitas escaleras hacia un vergel musical. Poco antes del cierre, previsto a las 5am, el decorado comenzó a arder. Muchos de los asistentes huyeron despavoridos creando un embudo en las escaleras, otros trataron de apagar las llamas con extintores que no funcionaban y algunos buscaron las salidas de emergencia bloqueadas.

El macabro balance: 81 muertos. El Estado cerró el local y asumió las indemnizaciones, cuyos 12 millones de euros tardaron en llegar 14 años a las familias.

Sala Astoria/Universal

Años de actividad: 1985-1989

Dirección: Paseo de Extremadura/Manuel Becerra/Plaza Roma

Esta sala duró apenas un suspiro. Un exceso de decibelios y puro espíritu rock la acompañaron desde su primera noche allá por 1985. En su primera ubicación estuvo un año. Los rockers de la época aún la recuerdan. Una dinámica tan radical no tardó en amedrentar a los arrendatarios que convencieron a sus propietarios de mudarse a un local mayor en Manuel Becerra. Allí tomó el nombre de Universal.

El Astoria original cambió por entonces de público, los rockeros se fueron y llegaron parejas con ganas de intimidad y gente del barrio hasta su desaparición a finales de los 80’s.

En el Universal se continuó la labor del Astoria hasta su gloriosa despedida mediante un concierto épico de Siniestro Total celebrado en la calle con una ingente presencia policial dispuesta a controlar el tinglado montado en su ubicación final, Plaza Roma.

Palacio de Gaviria

Años de actividad: 1991-2010

Dirección: C/Arenal, 9

Este lugar fue el hogar del banquero de Isabel II, construido para reinar en la noche decimonónica. Tras experimentar el éxtasis de sus fiestas aristocráticas pasó por diferentes fases hasta convertirse en una discoteca de referencia.

Rodeados de muebles italianos de anticuario y reflejados en grandes espejos, las noches en la calle Arenal se llenaron de un ambiente sofisticado que atraía a los noctámbulos más variopintos. La organización de conciertos, expos y tertulias de principios de los 90’s fueron dejando paso a una disco cuyos cotillones aún son recordados.

Aunque lo que dejó huella en toda una generación fueron las denominadas «Relaciones Internacionales»: un evento en el que se reunían los extranjeros de la ciudad con el público autóctono. Los asistentes se colgaban pegatinas con nombre y nacionalidad de la solapa para ligar y beber en un ambiente de ensueño.

Bares de Madrid. Leyendas de la noche.